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Espectáculos |EN LA PANTALLA GRANDE

“Italpark”: un documental vuelve al parque de la felicidad y la tragedia

La película, que se verá el fin de semana en el Select, reconstruye la historia del lugar con nostalgia, pero sin dejar de lado su triste y solitario final

“Italpark”: un documental vuelve al parque de la felicidad y la tragedia

El recordado samba del Italpark

8 de Mayo de 2024 | 04:22
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Uno vuelve a los lugares donde fue feliz. Pero en este caso no se podía, cuenta el cineasta Juan Carlos Domínguez: algunos de los mejores recuerdos de esa infancia que es la patria venían de Italpark, aquel emblemático parque cuyo cartel alumbraba el cruce de Libertador y Callao, en la capital federal, invitando a los chicos a pasar una tarde de ensueño.

Pero Italpark cerró, y cerró mal, tras un accidente fatal y en medio de todo tipo de especulaciones. Domínguez sentía que había que hacerle justicia, y tenía “la necesidad de reencontrarme con el lugar, que es de mucha gente, no solo mía”.

Así es que se embarcó en realizar “Italpark”, documental sobre aquel parque de diversiones porteño que marcó la infancia de tantos: la película se verá el viernes, desde las 20, en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha.

El director cuenta en diálogo con EL DIA cómo nació el proyecto: realizando su primer largo, “Clase media”, revisaba viejo cine argentino cuando encontró en una película una escena filmada en el viejo parque de diversiones, luego desmantelado y hoy lugar del Parque Thays: la escena, cuenta, “me transportó directamente ahí. Y supe que había que hacer esa película”.

Y empezó a sentir que “hacía falta contar la historia de Italpark”, afirma el director, y cuenta que en viajes nostálgicos se metía a bucear en las redes y veía que “el Italpark quedó asociado a la maldición, a la tragedia, y se cuenta poco lo que fue”.

Pero eso fue hace más de una década. Vinieron otros proyectos, otras ideas. Luego, tras terminar de “La gente quiso un cambio”, su anterior largometraje, se encontró en plena pandemia pensando “en contar lo que pasaba cada día, una tragedia, o lo contrario: irme a buscar la felicidad. Así es que volví a la idea de Italpark”.Así que el documental es un refugio fue pensado no como una indagación sobre ese triste y solitario final del parque, sino como “un homenaje, un acto de justicia”. Un acto de justicia difícil de hacer: en pandemia, sin acceso a los pocos archivos que hay en el país, se complicaba la recreación del lugar y los sentimientos que generaban esas noches de neón y samba. Pero poco a poco Domínguez fue juntando materiales cedidos, encontró filmaciones en películas argentinas, grabó escenas en el lugar, y encontró también un artista que se encuentra haciendo un videojuego que transcurre en Italpark, y que cedió sus animaciones 3D para la película.

“Y los sonidos del Italpark los tengo en la cabeza”, dice. A partir de ese recuerdo, realizó una reconstrucción a partir de grabaciones viejas y nuevas: “En el cine, tampoco hace falta que sea verdad, tiene que ser verosímil la sensación que tenés”.

Allí reside la magia del cine, esa evocación, fantasmal: en las funciones de Bafici, de hecho, la gente terminó llorando ante esa reconstrucción. “Me transportaste al Italpark”, le decían al realizador. “Eso es lo más lindo del cine, vos estás ahí de nuevo”, dice.

Cariñosa película, de todas maneras, Domínguez no duda en meterse con aquel final entre trágico y turbio, un desenlace marcado por un accidente trágico pero también por incendios poco claros y especulaciones de que había presión para cerrar el lugar porque el predio era valioso para la especulación inmobiliaria.

“No es el eje del documental”, explica, porque “con ese tema hay para hacer un documental aparte… Pero de todas maneras, contamos todo lo que ocurrió. Y a buen entendedor, pocas palabras…”

Lo cierto es que así terminó Italpark: atravesó desde su fundación crisis políticas, económicas y sociales, dictaduras, y sobrevivió a todo, menos a los 90.“Creo que se puede hacer un paralelismo entre la historia argentina y el Italpark. Nace en los 60 con el desarrollismo, y adentro tiene talleres, construye y repara juegos, genera empleo, tiene sindicatos… Después, en dictadura, cambia un poco la gente que va: al principio, era bien popular, iba la clase media pero había un armado comunitario y mucha gente iba por el sindicato, por la escuela. En la dictadura se hace más caro, más para clase media, aunque siempre te las arreglabas para ir, el Día del Niño entrabas gratis, el día de tu cumpleaños te daban un talonario gratis”, opina al respecto el cineasta.

Y cierra: “Pero en los 90 termina el Italpark. Y esto es una percepción mía, yo no soy sociólogo, o historiador, pero creo que termina una forma de vivir en Argentina, un modelo de vida, y empieza otro que está vigente y tiene que ver con otras cosas. El Italpark sufrió eso: pasó todo, pero ahí se quebró algo en lo cultural, lo económico, lo social, y de esa no se pudo levantar”.

 

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