Sufrió y padeció. Le costó muchísimo a la Selección de Argentina meterse en las semifinales de la Copa América. Tal vez ni lo haya merecido. No fue el equipo de otros tiempos salvo en la tanda de penales, en donde otra vez el enorme Emiliano Martínez se puso la cinta para meter a sus compañeros en la siguiente ronda. Argentina empató 1-1 con Ecuador pero ganó 4- 2 desde los doce pasos, como en la anterior Copa América y como en el Mundial.

La Selección no tuvo su mejor versión y mucho se tiene que entender en el flojo nivel de Lionel Messi y en los mal cambios de Lionel Scaloni, que le pifió tanto al punto de dejar a Ángel Di María en el banco en lo que pudo ser su último partido con la camiseta celeste y blanca. Tantas veces acertó y se lució, anoche se equivocó.

Pero tuvo a su ángel, el Dibu, que escribió otro capítulo mágico para empujar a la Argentina a meterse entre los cuatro y esperar a un rival accesible (Venezuela o Canadá) para ser finalista otra vez. Tuvo todo a favor desde el arranque de la competencia, sólo le está faltando algo clave: su juego. El primer tiempo ya mostró que la Selección no había ido de shopping a Houston. Ecuador no iba a ser un rival sencillo y su poderío físico lo iba a hacer valer. Y mucho más ante un rival que no llegó al compromiso de la mejor manera, con su as de espadas en una pierna y prácticamente aislado de la pelota. No sólo que sufrió en el mano a mano, sino que en varios retrocesos quedó mal parado y corrió desde atrás.

Argentina manejó la pelota pero no tuvo el control del período. Al menos hasta los 30 minutos siempre estuvo más preocupado por los ataques del Tri que en pensar en el arco de enfrente. A los 5 minutos Moisés Caicedo, que fue de los mejores de la cancha. quedó mano a mano contra Dibu Martínez, que otra vez demostró que es un animal debajo de los palos.

Tras que el equipo estuvo incómodo y lento, la cancha fue otro adversario a superar: un desastre el campo de juego, alto el césped y con sectores que se desconectaban del otro para hacer las cosas más difíciles. Realmente increíble que en un país (casi) perfecto en organizaciones deportivas se hayan presentado campos de juego tan fuera de lugar. Un aspecto que deberá cambiarse para el Mundial o será un bochorno sin precedentes.

En el minuto 14 el arquero argentino salvó dos veces, primero ante Enner Valencia y luego contra la Joya Páez. Ecuador, con una recuperación en la mitad de cancha y una rápida salida complicó a un equipo argentino que no tuvo peso en la mitad de la cancha, un sector desde donde siempre marcó la cancha para someter a sus rivales. Anoche, en ese primer tiempo, no pudo.

Pero el fútbol es tan impredecible como el pique de una pelota de rugby. En el peor momento Leo Messi habilitó a Enzo Fernández, que recorrió 10 metros con la pelota, hizo la pausa y su remate se desvió al tiro de esquina. De allí vino el gol de Lisandro Martínez. Jugada que patentó Osvaldo Zubeldía hace casi 60 años: Messi al primer palo, Mac Allister que la desvió y el Carnicero que empujó al gol. Sin merecerlo, la Selección estaba 1-0. Primer gol en un primer tiempo en esta Copa América y primer gol de Licha en partidos oficiales de la Selección.

Esa conquista revitalizó a la Argentina, que terminó mucho mejor y cerca del segundo: la recuperó Nicolás González, que cedió a Enzo Fernández que otra vez terminó mal la jugada. Pero dejó un semblante diferente y una esperanza de otro segundo tiempo.

¿Y Messi? Dejó en evidencia que no estaba para jugar, pero su preponderancia en esta Selección y sus ganas lo llevaron a saltar a la cancha pese a sus limitaciones físicas. Primero se recostó como punta por la derecha y pasados los 25 minutos decidió retroceder un poco para hacerse del balón. Pero claro, su flojo primer tiempo se compensó con el pase a Enzo en la previa al gol y el tiro de esquina que terminó en el 1-0 parcial.

El segundo tiempo arrancó más discutido que jugado. Se pelearon mucho los mismos jugadores del inicio, se exageraron todas las fricciones y después de tres jugadas similares llegó el penal para Ecuador por la mano de Rodrigo De Paul tras un tiro de esquina. El uruguayo Matonte no dudó en sancionar y el enérgico Enner Valencia, que había sido protagonista, estrelló en el poste derecho de Dibu, que se había arrojado para el otro lado. La suerte, una vez más, estuvo con la Selección desde los doce pasos. Iban recién 16 minutos.

Tras cartón el cambio que sorprendió: la salida de Lautaro Martínez para el ingreso de Julián Álvarez. El que estaba para salir era Messi, pero si él no lo decide no hay técnico en el mundo qued pueda hacerlo. La Selección, entre otras cosas por esto, siguió pasándola mal -por momentos- ante Ecuador que le dejó espacios para atacarlo en su afán por empatar. Su entrenador movió el banco para sumar gente en el área pero perder velocidad por las bandas.

Argentina, con el ingreso de Nicolás Otamendi para ganar en el juego aéreo, terminó defendiendo con cinco jugadores. Y cruzando los dedos en cada ataque rival. Salvo Alexis Mac Allister, no hubo otro jugador en la mitad de la cancha que pudiese controlar la pelota y darle oxígeno a sus compañeros.

Por eso no sorprendió que en tiempo de descuento llegó el empate, justamente de cabeza tras un centro desde la derecha. Lo hizo Kevin Rodríguez y, de alguna manera, puso justicia en el partido. No estuvo bien en toda la noche la Selección, sin juego ni energía en la mitad de la cancha. Sin reacción y dando ventajas físicas tan visibles como el capricho de Messi de querer seguir jugando pese a sus problemas. La suerte quedó, otra vez, supeditada a los penales. Y fue una bendición porque incluso en el final Ecuador terminó mejor física y mentalmente. Pero en los penales el Dibu, como tantas veces, hizo lo suyo para dejar en claro que es de los mejores arquero en la historia de la Selección.

Nota publicada originalmente en: https://www.eldia.com/nota/2024-7-5-3-1-24-a-semis-por-el-dibu-deportes